domingo, 2 de febrero de 2014

Coquita chiquita de la tiendita

Primero me vas a disculpar, porque esa semana la olvidé por inercia, no por gusto. Y no por la inercia tal del "no me importa" sino por la del "no mames que feo estuvo, se me borró de la cabeza" tú allá a la cima de la escalera que da al cielo, sabes lo que pasó. Porque cuando estabas aquí cerquita, gracias a Dios ni supiste.

Son 2 años de esas coquitas chiquitas, las que nos comprabas a todos tus nietos, -exceptuando a los más chicos que les faltó esa emoción-. Que nos comprabas a unas casas de distancia de tu casa.

Sobra que yo te diga, insinúe o te grite hasta el cielo que te extraño, que falta haces y que sólo hablamos cuando cierro los ojos y me doy el lujo de estar dormido, pero si, güelito, te extraño.

Tú, solito. Sin ayuda de nadie cargaste a tu primer varón, que sin la ayuda de nadie impulsaste hasta tocar las nubes, y no sólo eso, lo hiciste 6 veces en total con cada hijo que trajiste aquí, a donde vivo yo y sigo sus pasos.

No logro concretar la idea de tenerlo en tus manos, cargarlo, llamarle Hugo (como me llamo yo) y darle un libro en blanco, lápiz y borrador para que escribiera su historia. Desde el 0% sin nada más que una mano amorosa y familiar tendida que respaldara su esfuerzo. Me da gusto, me da miedo, me da todo. Me da curiosidad, saber que tú, güelito, en compañía de güelita; sacaron adelante no una casa sino un hogar, una familia.

Hoy por hoy, papá pierde el juicio, cabales y sueño conmigo, tu nieto. Porque llegué a la edad humana donde si no me pierdo, me encuentro. Y estoy más cerca de perderme.

Y ¿Sabes? Me parece curioso, él me tuvo en sus manos, preocupado, miedoso, asustado y consternado, sin saber que hacer con esa pequeña personita que hoy es un adulto de 20 años, que hoy no entiende razón más que la suya, cuya revolución es interna.

El me tuvo pequeño, me vio crecer, me enseñó bien y me cuidó. Así como lo hiciste tu con él.

¿Cómo se hace, güelito?

Le haces falta y ¿Sabes qué más? Tengo pavor de que él me haga falta a mi.

Son 2 años, güelo. Y pues aquí los días pasan de largo, no estás y no te quiero mentir; no sé en qué memorias estés. Pero en la mía si, y lo sabes por todas esas veces que platicamos, reímos y me compras pizza Domino's mientras sueño dormido.

2 años que las coquitas chiquitas de la tiendita, dejaron de saberme igual.

2 años que es imposible no pensarte, no extrañarte. Que es difícil no pensar en verte en la casa de la abuela.

Que es otra cosa, mis respetos y orgullo, que mujer tan fuerte te encontraste. No sé lo que ella piense en sus momentos personales o en sus ratos de cuarto sin ti, pero jamás la he visto caída, ni perdida, quizá sea porque sabe que en algún momento, se van a encontrar, a ver, a abrazar, besar y sonreír. Porque la muerte no mata el amor, sólo pospone el siguiente encuentro.

Qué suerte, güelito, que suerte.

Yo por mi parte sigo con lo que te prometí, el apellido que con amor le diste a mi padre, y él con amor me lo dio a mi, va a llegar hasta el cielo, hasta que tú allá arriba lo puedas ver.

Cuentan las bocas familiares que sonreíste al verme nacer, si; soy el primer nieto Aguillón, con toques de Gámez, de Aguilar y con muchos de Rosales. Y les creo a esas bocas familiares.

Ya no te aburro, güelo y desde abajo, te mando besos y abrazos. Una coquita chiquita de la tiendita, una oara ti y una para mi (compartida sabe mejor) y te veo pronto en tu cama, donde descansas hasta que nos topemos un día lejano. Pero más pronto nos vemos, platicamos y tomamos un buen tequila si gustas, y si nadie está cerca para regañarnos pues nos fumamos sólo un cigarro, pues dicen que tú y yo nos parecemos, cosa que me halaga y me motiva, nos vemos cuando cierre los ojos de noche y toque a tu puerta del cielo, que siempre me abres. Y nos reímos de lo mundano que es estar vivo, hasta que me despierte mamá para ir a clases.

Te quiero güelito, descansa en santa paz hasta que llegue yo a molestarte. ¡Te amo!

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